¿Qué es ganar? ¿Cuántas veces hemos ganado? ¿Y cuántas hemos perdido? ¿Realmente podemos separar el ganar de perder? o será que, como en el ying yang, el ganar tiene tanto de ganar como de perder y viceversa.
Si me remonto a la definición, tiene mucho que ver con obtener algo: ya sea algo material o de valor y debe ser obtenido mediante trabajo, esfuerzo, suerte, disputa o competencia.
Si me guio por la etimología, proviene de la palabra “ganan” que es codiciar, y quiere decir cosechar.
Sus sinónimos no están tan lejos de todo esto; se lo relaciona con atraer, prosperar, adquirir, triunfar, etc.
También busqué la palabra éxito, que en latin es “exitus”, y significa final o término. Los ingleses adoptaron la palabra “exit” que se encuentra a la salida de todo espacio cerrado.
Por lo que podría, hasta ahora, relacionar al término ganar y éxito, como el premio por haber llegado al final de la montaña; sin siquiera tener en cuenta la escalada. Sólo enfocándose en la llegada.
En nuestra niñez, aprendemos el significado de la mayoría de las cosas que nos rodean, que luego de adulto nos acompañarán como una mochila; y rara vez uno se detiene a pensar que tan correcto o acertado es eso que aprendimos de pequeños; que tanto nos afecta en el presente, y cuánto nos condiciona para actuar en el futuro.
Nos han inculcado, en nuestra tradición occidental, que ganar es lo más importante, que debemos ser el primero en lo que nos propongamos ser o hacer. Que el valor de una persona se mide en trofeos y medallas; en títulos y certificados.
Parece que la vida es una competencia, y quien gana obtendrá felicidad como recompensa. Pero como dice la biblia, quien sólo busca ganar, está destinado a perder.
Porque en realidad, quién se prepara para perder, es quien verdaderamente tiene el triunfo asegurado.
La vida es un viaje largo, con subidas y bajadas, con llanuras, precipicios, montañas y arenas movedizas. Quién tenga el poder de adaptarse al cambio, como dijo Darwin, es quién gana.
La vida es eso, adaptarse al cambio, fallar y aprender de los errores; cometer nuevos errores, más sofisticados, más minuciosos, más pulidos. Tomar ventaja de lo aprendido y ser mejor cada día.
Pierde quien se estanca en el presente, quien no se emociona del futuro y del porvenir, pierde quien no lucha por sus ideales, quien no se esfuerza por rodearse de las cosas que quiere.
Son pequeños logros, acumulables, que al mirar hacia atrás te dicen lo mucho que has crecido, lo mucho que has avanzado y lo mucho que has madurado. El poder está dentro de uno, acerca de lo fuerte que es y lo blando que puede tener el corazón. Sacarle el jugo a las experiencias. “Nunca un mar en calma hizo un marinero experto”.
Cada uno de nosotros es un pequeño universo, quien cultiva el alma puede cosechar frutos. Cada persona forja sus límites, cada quién opta seguir un camino, un propósito, un estilo de vida. No debemos compararnos entre personas, debemos enfocarnos en ser mejores cada día, en ganar nuestras pequeñas batallas, y ponerle el corazón a todo, que sólo así ganaremos aunque perdamos.
Pierde quién no pone todo de sí, quién deja para luego lo que puede hacer hoy; cuando comprendamos que “cada día vale más porque nos queda menos”, empezaremos a hacer más cosas, aunque fallemos, aunque no seamos los mejores, aunque salgamos en el último puesto, porque después de todo, sólo se pierde si no se hace nada.
Ganar no sólo se trata de enfocarse en las metas personales, porque como bien sabemos, somos seres gregarios y ya sea en mayor o menor medida, todo lo que hacemos repercute en los demás, y todo lo que hacen los demás nos afecta a nosotros; si bien es valioso no tomarse nada personal, ya que las personas solo hacen cosas desde su entendimiento, nosotros optamos o no, por vernos afectados por sus actitudes y acciones. Pero es grandioso poder tomar las buenas hazañas de los demás para crecer en lo personal, para ganar desde la experiencia del otro. Y así como podemos tomar buenos hechos, podemos tomar buenas intenciones, como en 1972, en plena guerra fría, se celebró el campeonato mundial de ajedrez que tuvo como últimos contrincantes a Boris Spassky y a Bobby Fischer. Además de lo simbólico que representaba a nivel mundial esta partida de ajedrez, Spassky, quien al ver ganar a su contrincante con el último movimiento, se puso de pie y le aplaudió con la multitud. Lo que invitó a todo el público presente a hacer lo mismo. Ser humilde y tener una buena actitud es ganar. Porque quien verdaderamente gana es quien lleva el valor por dentro. Y quién puede contagiarlo.
Pienso que ganar también es saber decir que no, es saber cuándo detenerse, es reconocer que hay cosas que no son hechas para uno. Ganar es saber elegir, y saber dar marcha atrás cuando es necesario. No todo es para todos, y saber que es lo que mereces, lo que está hecho para ti, es ganar. La vieja costumbre de mamá y papá eligiendo nuestras futuras profesiones con los años ha caído, ya que cada persona tiene en su derecho la elección de qué hacer con su vida, de poder elegir lo que le hace feliz, de poder elegir su vocación, y sentirse orgulloso por el camino elegido. Eso es parte del triunfo personal.
En resumen, ganar es luchar, es caer y levantarse, es aprender de las lecciones, es saber mejorar en las próximas ocasiones, es encontrar nuevas formas de hacer cosas, es reconocer que no hay nada imposible de lograr, es poder elegir, es saber que no es sólo un bien útil y que al final de todo no debemos poner demasiado énfasis en la pérdida o en la ganancia.
Como dijo Napoleon Bonaparte “mi grandeza no reside en no haber caído nunca, sino en haberme levantado siempre” ya que el éxito es como la flecha, que después de haber ido para atrás, te aseguras de ir bien hacia delante.
No son cosas materiales las que se ganan solamente. Sino más bien experiencia, tiempo, valores, ideas, propósitos, compañía, aventuras, costumbres, alegrías, oportunidades.
Ganar no es una meta, es un estilo de vida.