1.05.2021

ESTAS SIENDO SUFICIENTE

 Nuestra conciencia es el acto psíquico mediante el cual nos percibimos en el mundo. ¿Sabían que la persona con la que más hablamos durante nuestra vida es con nosotros mismos?. Las palabras que utilizamos diariamente nos determinan: Aquello que nos decimos deriva de nuestros pensamientos, y todo aquello en lo que pensamos procede de nuestras creencias. Es decir, creemos en algo, generamos pensamientos relacionados a ello y actuamos conforme a eso. 
La realidad no es otra cosa que nuestra propia interpretación, la manera en que observamos el mundo y lo que nos rodea es parte de lo que somos. Imagina ser una persona pesimista o negadora: Todo lo que has construido a lo largo de tu vida, los lazos que has formado con los años y lo mucho que has aprendido simplemente no lo verás porque estarás ocupado pensando que no ha sido suficiente o que no has hecho demasiado, creerás que nadie te aprecia porque tienes empañada la lente con la que miras al mundo y eso no te permite ver la realidad. 
Aquí es donde el ojo de la evidencia nos hará poner en la balanza lo que nosotros creemos frente a lo que ha sucedido en realidad: Cuánto hemos crecido, cuánto hemos madurado, cuánto hemos aprendido entre otros factores influyentes a lo largo de nuestra vida. Valorar cuánto hemos avanzado con los años es esencial para reconocer lo que somos capaces de conseguir con nuestro esfuerzo y dedicación. 
El autoconocimiento es la base para conocerse a uno mismo: Nuestros límites y nuestras fortalezas determinan nuestro progreso, y nuestras emociones actúan como brújulas que nos alertan acerca de cómo nos sentimos en el presente. Somos seres racionales y emocionales en diferente medida y dependiendo de las circunstancias. Por lo cual, debemos buscar el balance justo para actuar de la manera más óptima. 
Si bien tenemos la capacidad de ser autorreflexivos, en ocasiones nuestro autoestima no es el óptimo a la hora de evaluarnos perceptivamente por lo cual tendemos a distorsionar nuestra realidad y en ocasiones no valoramos lo que somos capaces de ser/hacer. Pensamos que nunca es suficiente lo que damos y tendemos a frustrarnos, generando un círculo vicioso del que difícilmente saldremos, ya que se retroalimenta de nuestra manera de concebirnos: Nuestro autoestima cumple un rol fundamental en nuestras vidas: Carl Rogers expresó que algunas personas tienden a despreciarse y a sentir que no poseen valor alguno. 
El ser conscientes del valor que poseemos repercute en lo que creemos, pensamos, sentimos y en la interacción con nuestro entorno. Nos pasamos la vida esperando que los demás vean lo grandiosos que somos, esperamos la aceptación de quienes nos rodean y buscamos fuera lo que deberíamos encontrar dentro. El primer paso para vivir una vida plena es considerar lo que realmente somos: Nuestras imperfecciones y nuestros valores. Ver lo grandiosos que somos sin la necesidad de esperar que alguien más nos lo recuerde. Las inseguridades deberían ser despojadas desde la infancia, al fomentar una crianza basada en la confianza en sí mismos y construir una fuerte autoestima. Como dijo alguna vez Maxwell Maltz “La autoestima baja es como conducir por la vida con el freno de mano puesto” creer en nosotros es esencial, como manifestó Lao Tzu “Porque si uno cree en sí mismo, no intenta convencer a los demás. Porque si uno está contento consigo mismo, no necesita la aprobación de los demás. Porque si uno se acepta a sí mismo, el mundo entero lo acepta también”.
Los trastornos de ansiedad y la depresión son cada vez más comunes en nuestra sociedad, por lo cual un cambio de hábitos coopera con nuestra salud: Ya sea hacer actividad física, alimentarse mejor, descansar, aumentar el apoyo social, hacer terapia, entre otros. 
No debemos confundir la baja autoestima con abandonar o poner límites a una situación: No podemos con todo y está bien. En ocasiones nuestros intereses cambian con el tiempo, o simplemente descubrimos sobre la marcha que algunas cosas no están diseñadas para nosotros. Y saber decir que no nos ahorra tiempo y disgustos. Con el tiempo definimos nuestras prioridades, intereses y aquello con lo que nos identificamos, y puede variar con el paso de los años: Fluimos como el agua del río y nunca somos la misma persona al pasar los días.
Descansar, desconectarnos de la realidad y conectarnos con nosotros, tomarnos un tiempo para meditar, relajarnos y despejarnos es vital para uno mismo y tan importante cómo el tiempo productivo. De esta manera reducimos el estrés y el agotamiento físico y mental. Volver a nosotros de vez en vez y hablarnos en ocasiones nos ayudará a examinar, inspeccionar y actuar mejor ante aquellas situaciones que no podemos controlar.
Cuando hablamos del tiempo, lo tomamos de manera subjetiva: Para cada uno de nosotros el tiempo corre de diferente forma aunque el reloj marque igual para todos. Cada uno de nosotros administra el tiempo de acuerdo a su rutina, su estilo de vida, su propósito e intereses. Esperamos ganar más tiempo del que perdemos y sentir que no lo estamos desperdiciando, intentamos hacer que cada minuto cuente, que las horas valgan como si se tratara de oro. El inconveniente surge cuando comparamos nuestro “tiempo subjetivo” con el “tiempo subjetivo” de otra persona. Al generar comparaciones, podemos decepcionarnos de nuestra manera de administrar el tiempo o no valorar el esfuerzo alcanzado de quien nos rodea. Cada uno de nosotros está justo a tiempo, nadie ha llegado temprano ni demasiado tarde. Estamos viviendo el presente de la mejor manera que podemos. Como expresó un anónimo en su momento “No pasa nada, así es la vida. Alguien se graduó a los 22, pero solo consiguió trabajo a los 27. Alguien ya tenía un postgrado a los 25, pero murió a los 50. Mientras que otro se graduó a los 50 y vivió hasta los 90. Hay alguien que está todavía soltero mientras que otro que estudió la secundaria con él, ya es abuelo. Hay quienes tienen pareja y aman a otra, hay quienes se aman y no son nada. Obama se retiró a los 55 y Trump empezó a los 70. Todos en este mundo viven de acuerdo a su propio tiempo. Las personas que te rodean pueden parecer ir delante de ti y algunos parecen ir detrás de ti, pero todos están corriendo su propia carrera en su propio tiempo. No los envidies, están en su vida y tú estás en la tuya. Así que, relájate. No has llegado tarde. No has llegado temprano. Estás justo a tiempo. Vive tu tiempo sin tener referentes, solo concéntrate en tu propósito.”
Cada paso que damos por pequeño que sea nos aleja de un lugar y nos posiciona en otro completamente diferente. Avanzamos a nuestro ritmo, frenamos a tomar aire, apreciamos el paisaje y cada tanto miramos hacia atrás para contemplar cuánto hemos avanzado. Reconocer que la vida no es un viaje de sentido único ni un punto de llegada al final del trayecto, sino que es cada centímetro transitado, es el esfuerzo, el trabajo y la dedicación con que marcamos nuestros pasos y la felicidad que nos genera la compañía con la que compartimos nuestro viaje. Queda en nosotros buscar todo aquello que nos motiva a seguir cada día, no dejarnos vencer por la adversidad e intentar no comparar nuestro propio viaje con el de los demás.
“Haz siempre lo máximo que puedas” menciona el libro Los Cuatro Acuerdos. Lo máximo que podemos dar dependerá de nuestra salud y nuestro estado de ánimo. En ocasiones podremos entregar el 100% de nosotros mientras que en otras oportunidades podremos dar solo el 5% porque algo ha sucedido en nuestra vida y nos ha condicionado momentáneamente. Debemos respetar nuestro tiempo y sentirnos suficientes con nuestro modo de proceder. “La gran enfermedad que afecta a la humanidad es creer: No soy suficiente” Por lo que es fundamental reconocer nuestro esfuerzo y alentarnos a seguir trabajando en nosotros mismos.
Debemos exigirnos lo necesario para nuestra propia evolución. "No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo" manifestó Woody Allen hace más de 50 años. ¿No creen que tiene algo de razón? Cuando nos empeñamos en ser mejores personas deberíamos hacerlo por el mérito personal y no por la aprobación de quienes nos rodean.
Debemos levantarnos cada mañana sabiendo que estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo y perdonarnos por las veces que nos desestimamos a nosotros mismos. Reconocer que estamos haciendo lo suficiente para que nuestra vida sea plena. Como dijo el pequeño niño en la película Wonder “Creo que debería haber una regla para que todos sean ovacionados al menos una vez en sus vidas”. Nos merecemos un aplauso de pie por todas las batallas ganadas y por cada logro y superación personal. Estas siendo suficiente. No te detengas.