Desperté está mañana pensando que tenía el pijama al revés, cuando por fin me levanté noté que era cierto. Logré calzarme como pude en esa oscuridad espantosa y comencé el día fuera de mí cama. Tenía la esperanza de encontrarme con tu voz al entrar a la cocina, pero al igual que ayer, no sucedió.
Definitivamente no esperaba que así fuera. Además, era un día más frío de lo normal en mi ciudad y eso no colaboraba con la situación.
Pensé que la licencia de mí trabajo me cubría un día más, pero no era así. Así que viajé hasta el trabajo y parecía que nada había cambiado en este mundo. Las calles tenían los mismos colores, y los autos se movían hacia las mismas direcciones de siempre.
Al llegar al trabajo tropecé con mí jefe y me dio sus condolencias. Él sabía por todo lo que habíamos pasado y su saludo me trajo paz. Después de todo no es tan mala persona. Quizá debería darle otra oportunidad.
El día se hizo tan largo, pero tuvo poco de interesante. Creo que es porque me falta tu risa.
Quizá la necesite más ahora cuando tenga que firmar tantos papeles y hacer tantos trámites en el centro de la ciudad.
Son las 19:47 y no recuerdo haber comido el día de hoy. Necesito una de tus tostadas dulces para terminar el día.
Quizá realmente te necesite a ti para comenzar el día de mañana.