En este mundo tan superficial, ser sincero es una virtud. Pero, ¿Hasta qué punto es correcto decir siempre la verdad? y ¿Hasta qué punto la soportamos? Toda verdad tiene un costo y debemos valorar cuánto perdemos y cuánto ganamos al ser sinceros. Nuestra honestidad se limita al meternos con los derechos de otra persona, por esta razón, la empatía tiene un rol importante en la comunicación para evitar disgustos en el futuro. Debemos valorar si aquello que tenemos para decir es importante para otra persona y efectivamente construye.
La información que poseemos en nuestras manos actúa como explosivo cuando no la usamos correctamente: quién sea el receptor detonará si aquello que decimos no es prudente. Nuestras emociones se ven afectadas al comunicarnos con otra persona, ya sea de manera positiva o negativa (en mayor o menor medida). Como dice Alicia en el país de las maravillas "pues si no piensas no hables".
Me parece valioso meditar acerca de cuán sinceros somos con nosotros mismos. Reconocer quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos para que nuestros pensamientos y nuestra manera de actuar vayan siempre de la mano. La capacidad de ser autorreflexivo nos ayudará a mejorar aquellos aspectos en los cuales no actuamos correctamente al relacionarnos con otras personas y con nosotros mismos ya que nuestras debilidades nos acompañan en todo momento y debemos evitar que nos dominen.
Nuestros pensamientos tienen un rol importante en este aspecto ya que pueden ayudarnos a escalar montañas como también pueden limitarnos. Ser sinceros con nosotros mismos requiere de saber que palabras usar correctamente a la hora de alentarnos (o no) a hacer algo o simplemente al mirarnos al espejo cada día. Debemos tener autoconocimiento y meditar acerca de lo que nos decimos y pensamos de nosotros mismos. Ser sinceros es ver lo que hay: ni más ni menos.
"De vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana. Examinar el pasado rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa. Y no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades". Mario Benedetti
Uno de los orígenes de la palabra “sinceridad” proviene del vocablo propio de la apicultura: “sine cera”. Es decir, que no contiene cera, haciendo referencia a la miel pura sin agregados. También figura en internet que deriva del término “sinceritas” haciendo referencia al actuar sin fingir o expresarse sin mentir. En ambos casos hablan acerca de no decorar la realidad y presentarla tal cual es. ¿No les parece que nos ahorraríamos muchos disgustos si fuéramos honestos en cada aspecto de nuestras vidas? No solo en lo personal, sino también en relación con los demás.
¿Cuántos disgustos nos ahorraríamos si procediéramos con total sinceridad?. Como dijo Aristóteles "Uno es dueño de su silencio pero esclavo de sus palabras". Somos responsables de aquello que decimos: ya sean verdades, mentiras, decorados o promesas. Nuestras palabras nos definen y nos condicionan.
Ser sincero es una actitud valerosa. Sin embargo, en ocasiones nuestros veredictos no son correctos y reconocer que estamos equivocados es apreciable. Valorar otros puntos de vista no significa que debemos descartar los nuestros. Simplemente será como ver el mundo con otros ojos y aceptar nuevos criterios.
Todos buscamos relacionarnos con personas que actúen conforme a lo que piensan, sin dobles ni malas intenciones. Buscamos sentirnos cómodos al interactuar con los demás. Las personas honestas se ganan un lugar en el corazón rápidamente porque podemos depositar nuestra confianza y difícilmente nos decepcionen.
La base de una relación favorable es tener buena comunicación. Demostrar interés, prestar atención y ser claros y oportunos. Ser inteligentes es reconocer la información que tenemos en nuestro poder y evaluar si es adecuado compartirla. Debemos ser prudentes a la hora de comunicarnos con los demás para evitar herir sus sentimientos por decir algo sin pensarlo con anterioridad.
Las palabras construyen puentes hacia las personas que amamos: Estos puentes pueden estar edificados sobre arenas movedizas o sobre cimientos sólidos. ¡Tenemos en nuestras manos la responsabilidad de lo que decimos!